Si los informes que me llegan por transmisión subespacial son correctos, creo que el problema con la injerencia de los Káisers en el Archiducado ha sido suprimida definitivamente. La idea de camuflar una flota de cazas Sardaukar dentro de la misión diplomática fue mía y, aunque causó cierto revuelo en el Senado y en el Consejo, ha sido fácilmente soslayable enviando a unos cuantos políticos a los gulags del planeta Gera. Más complicado fue evitar que los medios de comunicación sacaran a la luz el bombardeo con atómicas del planeta de los Káisers, sobre todo a la hora de que mi nombre no fuera salpicado en la investigación del atentado terrorista en la sede del periódico "El Cosmos" (que se llevó por delante a noventa periodistas y cientos de documentos y fotos).
La vida del gobernante es tan dura...
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